Las aves en Mesoamérica Parte 1
- Ignacio Loera
- Apr 23, 2024
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04/04/2024
Ignacio Moreira Loera
A lo largo de la historia, las aves han formado parte de la cultura, las artes y la cosmovisión de cientas de civilizaciones alrededor del mundo. Para los egipcios, las aves eran deidades protectoras, mensajeros divinos e inclusive la fuente de nacimiento del dios del sol Ra. En las antiguas culturas nórdicas solían ser representadas en la literatura como portadoras de sabiduría y nobleza. No diferente en la antigua Mesoamérica, donde las aves fungían un rol de suma importancia para las culturas precolombinas, tanto en la religión, como en el comercio, la gastronomía, las artes, la arquitectura y actuando como elementos de gran valor para la nobleza y las clases guerreras.
Dada mi fascinación por las aves, llamó mi atención un volumen de la revista Arqueología mexicana dedicado al rol de estos organismos en la ya perdida Mesoamérica. En mi ignorancia, desconocía la increíble relevancia que la avifauna tenía, no solo en el diseño de aquel icónico penacho del famoso tlatoani azteca que en el poder presenció la llegada de Cortés y sus hombres, sino en prácticamente todos los ámbitos de la vida y costumbres de las antiguas civilizaciones que ocuparon lo que hoy es México.
Uno de los mayores ejemplos de lo anterior dicho se puede encontrar en la clase guerrera azteca, donde el cuāuhpilli (noble águila en náhuatl) era un rango élite del Imperio Mexica, pertenecía a la nobleza y con el tiempo y mérito propio, podía acceder al calmecac, escuela para nobles, en donde aprendería a gobernar y comandar a las tropas. El guerrero águila portaba una armadura integrada por un casco de madera en forma de la cabeza de un águila real (Aquila chrysaetos); en los brazos, mangas con “plumas” que figuraban alas y en las rodillas unas prominentes “garras”. Su atuendo se deduce a partir de diferentes pinturas y de una escultura de barro procedente del Templo Mayor de Tenochtitlán.
Las aves no quedaban fuera de las artes pictóricas, ejemplos hay muchos: los murales de Techinantitla representando la famosa serpiente emplumada Quetzalcóatl; el mural de La Batalla en Cacaxtla (Tlaxcala) donde se observa un grupo de chachalacas; las pinturas de tonalidades rojizas y blancas del periodo clásico representando al águila tirana en los frescos de estuco del Palacio de Tetitla; así como diversos murales, códices y pinturas de aves, guerreros y dioses con vestimentas emplumadas.
Son ricos en cuantía los jarrones, las vasijas, joyas y adornos; también silbatos y ocarinas de barro o piedra, comúnmente en forma de búhos y que buscaban replicar su ululación (vocalización típica de los búhos). Para los mayas, esas aves nocturnas mantenían una relación con el inframundo y el uso de los silbatos durante los rituales funerarios ayudaba a guiar al difunto en su odisea al más allá.
No obstante, la representación de las aves en los rituales no se limitaba a objetos o expresiones artísticas. En la Pirámide de la Luna en Teotihuacán, se llevaban a cabo sacrificios de águilas arpías, halcones cola roja, espátulas rosadas y águilas reales; las últimas se encuentran entre los animales más utilizados durante estas ceremonias. Antes de los rituales, las águilas reales se resguardaban en cautiverio para posteriormente ser sacrificadas y colocadas para la posteridad en los puntos cardinales e intercardinales del templo, las hembras ordenadas en el oeste y los machos en el este. (Sugiyama, Nawa. Arqueología mexicana, 2023, pp. 36–37.)
Existen, además de los anteriores, una gran variedad de ejemplos de la huella que dejaron las aves en las vidas y costumbres de las antiguas civilizaciones de Mesoamérica y sus regiones aledañas. Algunos de aquellos simbolismos míticos asociados a las aves perduran, mutados, hasta nuestros días.
Lamentablemente, nuestra exploración por el mundo de las aves precolombinas tendrá que continuar en mi próxima columna, puesto que, por razones técnico-editoriales, dispongo de limitados caracteres para cada uno de mis textos.
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